domingo, 20 de noviembre de 2011

Historia Número 1

- Felicidades Sara.
- Muchas gracias -dije de forma automática, tras media mañana escuchando la misma frase, qué originales- .
Sí, ese día fue mi cumpleaños y cumplí los tan esperados dieciocho años. Esa edad en la que se cierra una pequeña pero importante puerta de tu vida, para abrirse otra más grande, que te dejará paso a muchas más experiencias: carnet de conducir, fiestas hasta las tantas de la noche, máxima independencia... oh sí, que bien sonaba todo eso. Además era viernes, por lo que no podía ser mejor.
Muchas personas del instituto me habían felicitado, incluso gente que no recordaba conocer (viva el poder de Facebook), aunque las felicitaciones que realmente me importaban y las que tenía en cuenta eran los de mis verdaderos amigos: Silvia, Clara, Gonzalo y Pepe.
Era última hora de la mañana y todavía no había coincidido con ninguno de mis amigos en clases, además en el recreo tuve que terminar un examen, por lo que no los había visto en toda la mañana. Pero a esa hora me tocaba biología y en esa clase estaba Clara.
- Hoy continuaremos con el Cebus Capucino o comúnmente llamado mono capuchino. -vociferó mi tan encantadora profesora de biología- Como ya sabéis, son los miembros del género Cebus de primates platirrinos de América Central y del Sur....
- Oye, Sara, por la tarde ven a mi casa, que te tenemos una sorpresita por tu cumple -me susurró Clara, que estaba sentada a mi lado, riendo- a las seis, ni antes ni después, Señorita Impuntualidad.
- Vosotros y vuestras sorpresas. Intentaré estar allí a la hora. Gracias -le contesté sin poder evitar sonreír.
- Sara – me gritó otra vez por lo bajini.
- ¿Qué?
- Muchísimas felicidadesss -susurró alargando mucho la s y me dio un abrazo- te va a encantar lo que te tenemos preparado.
- Muchísimas Graciasss.
Sonrisas sin sentido que surgen de la nada y te alegran el día. Esa era Clara, la felicidad personificada. Con la que mejor me llevaba del grupo, y eso que sólo nos conocíamos desde hacía tres años. Me preguntaba qué sería la sorpresa... porque con ellos podías esperarte de todo menos lo esperado.
Después de las clases fui a casa y básicamente fui un cuerpo sin mente. Ayudé a hacer la comida, después comí, leí un rato, usé el ordenador... pero pensando constantemente en qué sería la sorpresa, esa incertidumbre de que sabes que algo fantástico te espera, pero te encuentras con la única oposición del Señor Tiempo. Cuando esperas algo con muchas ansias, el Señor Tiempo, hace que todo vaya más lento, lo que hace aumentar tus ansias y que acrecienta todavía más tus deseos de que el tiempo transcurra mas rápido... es un extraño sentimiento interminable.
Así que decidí echarme a dormir. Fui al salón, me acosté en el sofá y puse la alarma del móvil para las cinco, ya que Clara vivía a unos quince minutos de mi casa andando y tendría tiempo suficiente para cambiarme de ropa, arreglarme e ir.
- Pipipipí... pipipipí... pipipipí... -sonó la alarma ruidosamente, haciéndome levantar de un salto-. Miré el reloj. Eran las seis menos trece minutos. Los ojos se me abrieron como platos, sin comprender nada. Me peiné, me cambié de ropa, “me maquillé” (más o menos), me puse los zapatos -la verdad es que ni recuerdo el orden en hice todo eso- y le pregunté a mi padre si me acercaba a la casa de Clara.
Llegué allí a las seis y dos minutos. Toqué la puerta. No hubo respuesta. Volví a tocar. Siguió sin responder nadie. Puse la mano en el pomo, con la tonta esperanza de poder abrir la puerta principal sin llave. Y mira tú, funcionó.
Cuando abrí la puerta, me encontré con un pequeño mono capuchino con un letrero colgado al cuello. En el cartelito decía: “Feliz 18 cumpleaños, Señorita Impuntualidad. PD: mira atrás.”.
Miré hacia atrás... y no había nadie. Volví a mirar al mono y casi se me para el corazón al ver a Clara, a Pepe, a Silvia y a Gonzalo plantados en la puerta con el mono saltando de hombro en hombro.
Además de sentir los fuertes latidos de mi corazón desbocado, sentí expectación, que se fue transformando en confusión, después en aceptación y finalmente en diversión.
Mi cara debió ser un poema, porque empezaron a reírse todos a carcajadas. Yo hice lo mismo.

- Pipipipí... pipipipí... pipipipí... -sonó la alarma ruidosamente, haciéndome levantar de un salto-.
Tras unos segundos en silencio, sintiendo una extraña sensación de déjà vu, miré el reloj.
Las seis menos trece minutos.
Empecé a reír con ganas, todavía confundida, disfrutando de mi pequeño chiste personal, mientras mi padre, sentado en un sillón cercano y con un libro en mano, me miraba extrañado.

FIN.

Primero disculpas por tardar en publicar, pero al igual que Brigh estoy en época de exámenes. Además en un principio mi compañera, la Señora Imaginación no estuvo dispuesta a ayudarme, pero al final la convencí jeje. Esta es la primera historia del proyecto "Brain storming" (entrada que publiqué hace un tiempo). Espero que te haya gustado y que no te aburriese demasiado. En cuanto pueda me pondré con la siguiente historia.
Un saludo y gracias por leernos!

4 comentarios:

  1. *¬* oh, me encantan tus historias!! (sip, hablo como una niña pequeña). Que pena que lo del mono no fuera verdad, a mi me hubiera gustado tener uno ¬¬ a ver cuando subes la proxima historia ^^

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  2. No hace falta exagerar, pero gracias. ¡Lo mismo digo yo de tus historias! Em... claro... quién no ha soñado alguna vez tener un mono capuchino como mascota?, los perros y los gatos están pasados de moda xD En cuanto pueda me pongo a ello :)

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  3. esta historia es genial!!!! me encanta de verdad, sobre todo me hizo gracia la parte de viva el poder de facebook XDD no dejeis de lado este proyecto eh?? XD

    besitos,

    Nata

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